El desconocido que salvó el mundo

Casi nadie ha oído hablar de Stanislav Petrov. Sin embargo, ese teniente coronel de las fuerzas armadas soviéticas evitó una guerra nuclear. Ésta es su historia.

Nos situamos en septiembre 1983, en plena guerra fría. Se ha producido una cadena de acontecimientos que ha provocado máxima alerta tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética. En ese ambiente de máxima tensión un avión de pasajeros coreano invade por error el espacio aéreo soviético y es derribado por los antiaéreos rusos. Más de 200 personas murieron en dicho incidente, varios de ellos norteamericanos.

La tensión entre ambos países no puede ser mayor. La OTAN empieza a realizar una serie de maniobras militares que la URSS considera como el anuncio de una inminente guerra. Y en dichas circunstancias llegamos a la noche del 26 de septiembre de 1983.

Aquella noche el encargado de vigilar el sistema antimisiles soviético conocido como OKO es el protagonista de nuestra historia, Stanislav Petrov. Dada la situación prebélica ha recibido la expresa instrucción de alertar a sus superiores si hay cualquier indicio de alarma.

En mitad de su guardia se activa la luz roja de emergencia. Se acaba de lanzar un misil en dirección a Rusia desde una base norteamericana ubicada en Montana. En 20 minutos dicho misil impactará en Moscú. Se hace un silencio sepulcral en la sala antimisiles soviética. Todos los hombres miran aterrorizados a Stanislav, esperan sus instrucciones. Pero Stanislav ordena mantener la calma.

En ese momento, se vuelve a encender la lucecita roja. Otro misil ha sido lanzado. Y otro. Y otro. Y nuevamente otro. Ya son cinco los misiles norteamericanos que vuelan hacia Moscú. Stanislav sabe lo que pasará si da la alarma. La URSS con toda probabilidad lanzará de inmediato sus misiles sobre USA y se producirá un holocausto nuclear.

La única manera de que el mundo salga airoso de esa terrible situación es que se trate de un fallo del sistema de defensa soviético OKO. Y hay un dato que le hace concebir cierta esperanza. Si USA realmente quiere atacar a la Unión Soviética cinco misiles le parecen poquísimos. Así que desesperadamente confiado en que se trate de una falsa alarma, ordena a sus hombres que no hagan nada. Sólo queda esperar. Si está equivocado cinco misiles estallarán en Moscú en unos minutos y será el fin del mundo. Si ha acertado, todo seguirá igual.

Suponemos que aquellos minutos de espera fueron los más largos de la vida de Stanislav Petrov y la de todos los hombres que se encontraban en aquella sala. Transcurridos los fatídicos 20 minutos comprobaron con alivio que nada sucedía. No hubo ningún colisión aquella noche. El sistema antimisiles había tenido un fallo. Todo había sido una falsa alarma. Stanislav había evitado una catástrofe nuclear.

Cuando sus superiores se enteraron de lo ocurrido le ordenaron mantener absoluto silencio para evitar que se conocieran los peligrosos fallos del sistema de defensa de la URSS. No se atrevieron a hacerle un Consejo de Guerra porque, ciertamente, su calma e inteligencia habían evitado una hecatombe, pero Stanislav fue degradado y relegado como castigo por haber incumplido las órdenes recibidas.

Hoy en día vive retirado, sobreviviendo gracias a su pensión. Ha recibido multitud de homenajes y premios por su heroica actuación aquella noche. Ninguno de dichos homenajes se lo ha otorgado su nación.

Cuando le preguntaron por qué tomó la decisión de no hacer nada su respuesta no pudo ser más elocuente: «Si daba la alarma con probabilidad sería el fin del mundo. La única oportunidad de evitar la catástrofe era no hacer nada y confiar en que fuera un falsa alarma. Visto así, la decisión que tomé era bastante obvia». La humildad de un hombre que, probablemente, salvó el mundo.

 

 

 

 

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4 respuestas a El desconocido que salvó el mundo

  1. CURRA dijo:

    Bravo!!!!bravo!!! eso es un heroe, un valiente, y te demuestra que los rusos no tienen la cabeza cuadrada solo por fuera…
    Con mi respeto para los rusos que no sean asi ,que seguro que los hay aunque esten en franca minoria ya que de no ser asi ya se habrian quitado de enmedio a los «cabezas cuadradas»

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